Las hojas y semillas del membrillero presentan una acción antiinflamatoria local superior al propio membrillo. Así, hasta hace poco en los países mediterráneos no era extraño recoger hojas cuando se realizaba la recolección de los frutos, con las que se elaborarían enjuagues y cataplasmas para aliviar quemaduras, problemas de garganta o incluso algunas infecciones vaginales.
El membrillo, en cuanto a su composición, no destaca por su gran contenido de calorías, ya que no es precisamente un fruto con mucho aporte de azúcar.
De todas formas, la principal propiedad de los membrillos viene de la mano de su alto contenido de fibra, sobre todo pectina y mucílagos, además de taninos. Esto lo transforma en astringente y en un excelente digestivo.
Los membrillos tienen un alto contenido de ácido málico, que es muy bueno para eliminar el ácido úrico.
Por su parte, suele ser muy empleado para combatir diarreas, suavizar el aparato digestivo e incluso estimular el buen funcionamiento hepático.
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